Sobre el arquetipo Divino de la masculinidad
y de la feminidad
o el lugar del varón y de la mujer en la Santísima Trinidad
(Artículo del libro "El misterio de la Santisima Trinidad")
El diario argentino “Cristo hoy” (num. 614, de 2 al 8 de marzo
de 2006, Pág. 14) ha publicado un artículo sobre el libro de la
doctora en teología Blanca Castilla de Cortázar “¿Fue
creado el varón antes que la mujer? Reflexiones en torno a la antropología
de la creación”, que se trata de dos textos, llamados contradictorios,
del Génesis sobre la creación del hombre (1, 1- 2, 4 y 2, 4-25).
El problema considerado en el libro se concluye por la autora con siguientes
palabras:
“Hay que llegar a descubrir cuál es el arquetipo divino de la feminidad.
Es decir, la mujer, que es persona, está creada a imagen de Dios trino.
Pero aún está por desarrollar dentro de la ortodoxia dónde
se encuentra el arquetipo de feminidad en Dios. Esto desde el punto de vista
teológico”.
Mas considerando la cuestión, he llegado a la conclusión que los
dos textos del Génesis no se contradicen, sino se complementan, indicando
el lugar tanto del hombre como de la mujer en el seno de la Santísima
Trinidad. Ahora vemos, como.
Antes de todo analicemos la base de la Santísima Trinidad, señalada
por el apóstol en las siguientes palabras, referidas al Hijo:
“Él (Hijo) es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda
la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas [...]
todo fue creado por Él y para Él…” (Col 1, 15-16).
De ahí podemos hacer cinco conclusiones:
1) se llama Hijo, porque fue engendrado;
2) se llama primogénito, porque fue engendrado antes de la creación
del mundo o antes de los tiempos;
3) ya que el mundo fue creado en Él, entonces El representa
el lugar donde se realizó la creación, semejante al cuerpo de
la mujer, donde se engendran los hombres, es decir, tiene un aspecto femenino;
4) ya que todo fue creado por Él, es el la razón
que ideó la creación y siendo la razón comparable con la
semilla espiritual, tiene también un aspecto masculino;
5) entonces, partiendo de los anteriores, se puede decir que la imagen de Dios
es doble, es decir, es masculino y femenino a la vez: masculino, porque es Él
quien engendra, y femenino, porque el lugar donde se engendra y se crea, se
encuentra en Él. Exactamente eso atestigua el primer fragmento de la
Génesis (1, 27): “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen
suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó”.
De ahí en el primer lugar se ve que la imagen del hombre es semejante
a la de Dios y en el segundo lugar que la imagen de Dios encierra en sí
tanto el principio masculino como el femenino. Para entender eso, contestemos
a las dos siguientes preguntas:
1) ¿Cuáles la imagen del hombre? y
2) ¿cómo correlacionan en Dios lo masculino y lo femenino?
En cuanto a la primera pregunta, podemos decir que la imagen del hombre consta
de la unión de dos cosas distintas: de la cabeza que piensa y del cuerpo
que realiza todo lo que piensa la cabeza.
Lo que se refiere a la segunda pregunta, a ésta responde el apóstol:
“Quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la
cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios.” (I Cor
11, 3) De ahí podemos deducir que todo hombre es el cuerpo místico
de Cristo; la mujer es el cuerpo místico del hombre; y Cristo es el cuerpo
místico de Dios.
Entonces podemos decir que lo masculino y lo femenino en Dios se relacionan
entre sí como la cabeza y el cuerpo.
Del otro lado, si Dios (Padre) que engendra, respecto al Hijo, es la cabeza
– principio masculino – y el Hijo, respecto a Dios (Padre), es el
cuerpo – símbolo femenino -, a Dios y al Hijo se puede comparar
también con el Esposo y la Esposa, que en la Biblia se llaman también
como Adán y Eva.
En el segundo relato sobre la creación del mundo y del hombre Dios crea
primero a Adán, que simboliza la cabeza humana, y después forma
de la costilla de Adán durmiendo a Eva como ayudante, que simboliza el
cuerpo humano, y los desposa como la cabeza y el cuerpo para que sean una sola
carne, formando así la imagen del hombre completo.
La misma conclusión parte del siguiente fragmento de la Epístola
a los hebreos 1, 2-3, donde el Hijo es llamado la gloria de Dios: “Hijo
a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo el
universo; el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de
su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa,
llevada a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra
de la Majestad en alturas”.
Bajo el “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia” desde
el punto de vista presentado hay que entender Su “cuerpo” y también
Su “mujer”, porque en la Santa Escritura la gloria es sinónimo
del cuerpo y de la mujer. Como se dice en I Cor 11, 7, 11, el varón “es
la imagen de la gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón […]
Ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer, En el Señor.”
En otro lugar se dice: “Tu Esposo es tu hacedor, Yahveh Sebaot es su nombre”
(Is 54, 5). Eso quiere decir que todo lo creado por Dios se correlaciona con
El en el sentido del Hijo, de la Esposa y del cuerpo.
Diciendo de otra manera, el Creador se manifiesta a través de lo Creado
como el Padre se manifiesta a través del Hijo; el Esposo, a través
de la Esposa; la cabeza a través del cuerpo.
De lo presentado podemos concluir que el vínculo entre el Creador y el
Hijo engendrado es de triple semejanza: Padre-Hijo, Esposo – Esposa, cabeza-cuerpo.
Lo mismo se puede decir respecto al Creador y todo el mundo y cada cosa, ya
que todo lo creado corresponde a Su cuerpo místico, a Su Esposa mística
y a Su Hijo místico. Por eso dice Dios por boca de Isaías sobre
Jerusalén resucitado: “…a ti se te llamará “Mi
Complacencia”, y a tu tierra, “Desposada”. Porque Yahvé
se complacerá en ti, y tu tierra será desposada. Porque como se
casa joven con doncella, se casará contigo tu edificador, y con gozo
de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios.” (Is 62, 4-5).
Desposarse con Su creación a través del Espíritu Santo,
esa es la intención de Yahvé y el orden de la vida en que cada
cosa busca su unión con el Creador.
Entonces la unidad entre el Creador y lo engendrado o lo creado es como la unidad
de la cabeza con el cuerpo o del Esposo con la Esposa: y como la cabeza no puede
ser sin el cuerpo, ni el cuerpo sin la cabeza, así el Esposo no puede
ser sin la Esposa, ni la Esposa sin el Esposo.
Y la creación significa la multiplicación de esas imágenes
de semejanza. Así al principio fue sólo Dios como Espíritu
de la razón. Al engendrar a su Hijo (o a la Esposa) antes de los tiempos,
de hecho, se formo Su propio “cuerpo” substancial místico
e invisible o un instrumento para Su actuación. Después por la
ayuda del Hijo (Esposa) creó en el mismo Hijo (Esposa) todo el mundo
visible y todas las cosas visibles en la misma dependencia consigo mismo en
la cual la cabeza, el Padre y el Esposo se une por los lazos del amor y para
la vida eterna conformemente con Su propio cuerpo, Hijo y Esposa.
Así es la imagen trinitaria de Dios que consiste en la unión indisoluble
del Creador con lo creado, o del Padre con el Hijo, o del Esposo con la Esposa,
realizada por el Espíritu Santo en la forma semejante a la unión
vital de la cabeza del hombre con su cuerpo, es decir, así es la Santísima
Trinidad.
Concluyendo, podemos decir que el Padre y el Hijo, unidos por el Espíritu
Santo forman una imagen invisible o espiritual, dotada de la cabeza que es el
Padre y del cuerpo que es el Hijo. Y ya que la cabeza es la que piensa y siembra
y el cuerpo es el que alberga y realiza lo sembrado, a los dos se puede comparar
también con el Esposo y la Esposa unidos por el amor.
A su vez el Hijo, como creador del mundo, también forma con el mundo
una sola imagen mística, donde el Hijo en Su relación con el mundo
- en este caso llamado “la Iglesia”- es la cabeza creadora o el
Esposo, mientras que el mundo, en relación al Hijo es el cuerpo ejecutor
o la Esposa, ambos unidos por el Espíritu Santo de amor.
Asimismo el Hijo forma una sola imagen humana con cada uno de los hombres, representando
la cabeza de cada uno de ellos, mientras que cada uno de ellos simboliza el
cuerpo místico del Hijo, o a Su Esposa mística, o a Su hijo.
De igual manera el varón forma con su mujer una imagen humana, en la
cual él como sembrador simboliza la cabeza de la mujer, mientras que
la mujer que alberga la semilla, corresponde al cuerpo y así juntos el
varón y la mujer, unidos por el Espíritu Santo de amor, fueron
creados para que formen una sola carne.
A su vez el hombre – tanto el varón como la mujer - tiene la cabeza
y el cuerpo, formando así una sola carne avivada por el Espíritu
Santo.
Así es la imagen trinitaria de Dios unido misteriosamente por el Espíritu
Santo con toda la creación como la cabeza con el cuerpo - una imagen
que se multiplica en todo lo viviente.
Entonces, podemos afirmar que el arquetipo divino de la feminidad se
encuentra en el cuerpo místico de Dios que es Su gloria, porque en él
habita el Espíritu de Dios, mientras que el arquetipo divino de la masculinidad
se encuentra en la cabeza de ese cuerpo místico, es decir: en el Padre.
Así es la imagen del hombre íntegro, así es la imagen de
Dios por la cual fue hecho el hombre. Bajo la palabra “el hombre”
se entiende en la Biblia tanto el varón como la mujer, mejor dicho su
unión; bajo el nombre de Adán se entiende tanto al varón
como la cabeza y bajo el nombre de Eva se entiende tanto a la mujer como el
cuerpo.
Partiendo de esto se puede decir que el primer fragmento bíblico
sobre la Creación habla de la creación del hombre en su integridad
y el segundo, describe la creación del hombre más detalladamente,
por las partes que forman la imagen humana, es decir, primero de la cabeza y
después, del cuerpo. En relación a esto, la pregunta
“¿El varón antes que la mujer?” pierde su sentido,
ya que en ambos fragmentos se habla de la creación de un sola
alma, dotada de la cabeza, del cuerpo y del Verbo que relacionan entre
si como el varón, la mujer y el Espíritu del amor. Y ya que todo
lo que vive somete a la misma imagen, Cristo dice: “Lo que Dios unió,
no lo separe el hombre” (Mt 19, 6) que significa:
- no corte la cabeza o no sepárela del cuerpo;
- no destruya la familia que sería lo mismo que separar la cabeza del
cuerpo;
- no prive el pueblo de su rey que es lo mismo que decapitarlo;
- no aleje la criatura del creador que sería lo mismo que descabezar
la criatura;
- mantenga la imagen divina según la cual fuiste creado y a la cual está
sometida toda Creación, respetando Su integridad que consiste en la unión
de dos entes heterogéneos.
Marzo del 2006